Historia del cooperativismo 12 (2). El IMFC, un proyecto de sistema financiero alternativo en la República Argentina (1958 – 1966)
(Segunda parte)
LA NECESIDAD DE UN NUEVO TIPO DE OPERATORIA
Como parte de las medidas económicas tomadas por el gobierno de la autodenominada Revolución Libertadora a partir de sus negociaciones con el FMI, en 1957 se derogó el régimen de “depósitos nacionalizados”, retornándose al sistema de encaje fraccionario. En aquel momento la política económico –financiera vigente tendió a favorecer la penetración de la gran banca internacional, y por su intermedio se aceleró un proceso de dominación y control de numerosas empresas de capital nacional por parte de empresas extranjeras.
Uno de los recursos fundamentales utilizados para favorecer este dominio consistió en intensificar el control -a través del sistema bancario- de las fuentes de asistencia crediticia a las empresas de capital nacional, especialmente las de pequeña y mediana dimensión, que tradicionalmente han representado una proporción importante dentro del aparato económico de la República Argentina.
Las crecientes dificultades fueron generando en el empresariado agredido por la asfixia financiera la necesidad de encontrar mecanismos de financiación propia, sustitutivos de las fuentes tradicionales cuyo acceso les resultaba progresivamente vedado. En estas condiciones, surgió en «los empresarios nacionales la idea de dinamizar la función de las cooperativas de crédito, elevándolas desde el estadio vegetativo en que se encontraban hasta la categoría de verdaderos bancos populares, financiadores de la pequeña y mediana empresa nacional» (GLEIZER, 1981, p. 4).
Para ello, había que transformar la operatoria cuasi- mutual de las cooperativas preexistentes. El mecanismo impulsor de esta transformación será el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, creado en noviembre de 1958. Las primeras ideas sobre la necesidad de coordinar el accionar de las cooperativas de crédito surgieron de los dirigentes de la Caja de Créditos Rosario, una tradicional entidad de la colectividad judía que estaba intentando tomar un ritmo operativo bancario con la utilización de la orden de pago y la apertura de cuentas corrientes. Al superar su etapa mutualista e ingresar en una nueva dinámica, se le presentaron una serie de problemas; uno de ellos fue la recepción en depósito de valores de otras plazas y los mecanismos para su efectivización (LIEBERMAN, 1966 y FEIERSTEIN, 1993).
Estas dificultades los llevó a reunirse con dirigentes de las Cooperativas Popular de Crédito de Santa Fe, Popular de Créditos Córdoba y Caja de Créditos Empresarios de Rosario, para ver en qué medida esas entidades podían hacer de corresponsales. «Hubo que explicar nuestra operatoria y sus ventajas, las cifras del crecimiento de nuestros saldos prestables gracias al movimiento de cuentas corrientes, y aconsejar a los delegados visitantes seguir por los mismos carriles» (KREIMER, 1980. p. 2).
Con la incorporación de dirigentes de la Federación Gremial del Comercio y la Industria de Rosario, esas conversaciones sobre temas operativos se enriquecieron llegando a la conclusión de que «era necesario buscar la forma o la organización a través de la cual el pueblo que crea con su trabajo disponibilidades de dinero sea quien disponga qué se hace con él, y para que ello se concrete, el mismo pueblo sea quien maneje estas organizaciones» (KREIMER, 1980. p. 3).
En mayo de 1958 las Cajas de Crédito Rosario y de Créditos Empresarios de Rosario decidieron convocar a una reunión preparatoria de un congreso nacional de cooperativas de crédito. Para eso se conformó una comisión promotora compuesta por tres miembros designados por cada una de ellas, a la que invitaron a incorporarse a las otras dos cooperativas de crédito rosarinas (Cooperativa de Crédito Unidad y La Unión Cooperativa de Crédito), cámaras empresarias y autoridades nacionales, provinciales y comunales, aunque por distintos motivos esta ampliación del grupo original nunca se concretó.
Los integrantes de la Comisión fueron Moisés Scheinfeld (abogado), José Jazin y Nicolás Nicanovich (contadores públicos) Ángel Borghi, Jaime Kreimer y Jacinto Sánchez Benjumeda (empresarios). La mayoría de ellos eran militantes comunistas que actuaban en el marco del programa del Partido Comunista Argentino que en esos años planteaba la existencia de un campo popular compuesto por la clase obrera, las capas medias y los pequeños y medianos empresarios nacionales. En ese contexto, se proponían desarrollar un movimiento cooperativo que pudiera ser el sostén financiero de ese grupo de pequeños y medianos empresarios al mismo tiempo que generaba un ámbito de trabajo político- social con los mismos.
El objetivo planteado para el congreso quedó claramente expresado en un comunicado enviado a la prensa por esa comisión: «Crear una cooperativa de segundo grado que realice las funciones de una cooperativa central, para la práctica de un eficiente “clearing” cooperativo entre las distintas plazas del país, centralizando informes y disponibilidades financieras de las cooperativas adheridas a tal sistema para colocar tales excedentes en las cooperativas zonales cuyas exigencias financieras así lo exijan. De tal modo se racionalizará una justa orientación económica del crédito cooperativo, tendiendo a apoyar fundamentalmente a las actividades rurales y productivas, contribuyendo así al desarrollo de nuestra economía. Se apoyará de tal modo, la creación de fuentes de trabajo como así también se propenderá al desarrollo e intensificación de las actividades comerciales y agrarias. (...) Se tenderá, de tal modo, a la movilización de los recursos financieros que no son reinvertidos en la actualidad, en la creación de un fuerte mercado interno de producción y consumo» (Circular de la Comisión Provisoria pro Congreso Argentino de Cooperativas a los Directores de Diarios, junio de 1958).
Más allá de que la Comisión Ejecutiva Provisoria se planteaba lograr la presencia de la mayor cantidad posible de cooperativas en la Conferencia Preparatoria, el esfuerzo –según consta en el Acta Nº 2 - se puso en lograr la participación de las entidades de crédito «más allegadas a nuestras entidades» y las centrales cooperativas de otras ramas, en especial las agropecuarias.
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