El renacer del cooperativismo en Cuba
Desde hace mucho tiempo, Alberto González soñó con unir fuerzas con otros dos amigos para establecer un negocio común en un pequeño tejar artesanal, en el que con una adecuada inversión pudiera aumentar la producción diaria.
Sin embargo, las regulaciones legales cubanas impedían, y aún impiden, ese tipo de emprendimiento cooperativo, algo que no obstante parece comenzará a cambiar en un plazo relativamente breve.
Considerado como una forma de propiedad socialista, el cooperativismo parece tener terreno fértil para rebrotar en el cambiante panorama económico cubano, abierto a la aplicación de distintos modelos de gestión, como estableció en abril último el VI Congreso del Partido.
Hace unos días, directivos de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba, ANEC, revelaron que se estudia la extensión del sector cooperativo a los servicios gastronómicos y de transporte, la fabricación de materiales de construcción, la pesca y la comercialización agropecuaria, entre otros rubros.
Ya los Lineamientos habían establecido que "se crearán cooperativas (…) como forma socialista de propiedad colectiva, en diferentes sectores, las que constituyen una organización económica con personalidad jurídica y patrimonio propio, integradas por personas que se asocian aportando bienes o trabajo, con la finalidad de producir y prestar servicios útiles a la sociedad y asumen todos sus gastos con sus ingresos".
Los Lineamientos, hoja de ruta de la economía nacional, constituyen la base de los planes para ampliar el área de acción de las cooperativas, cuyo funcionamiento en el sector agrícola ha dotado al país de una amplia experiencia práctica, que de seguro servirá para avanzar en la proyectada extensión hacia otros sectores.
Hay que tener en cuenta que en la actualidad son 181 las actividades en las que se desempeñan los cuentapropistas, y aunque no todas con posibilidades de establecer cooperativas, una buena parte de esos oficios bien pudiera asimilar el establecimiento de emprendimientos económicos colectivos.
Sin apresuramiento, para evitar pasos en falso, se trabaja para que el nuevo cooperativismo cubano sea, además de una importante fuente de empleo, una herramienta eficiente que impulse el desarrollo económico de la nación.
Un grupo de expertos elabora ahora una metodología aplicable a cualquier tipo de cooperativas y un manual del cooperativismo que establecerá el accionar de esas entidades en el nuevo contexto que vive el país.
También preparan un sistema de contabilidad y las normas que regulen funcionamiento, relaciones con el Estado, y políticas de precios, tributaria y de seguridad social.
Lo que hacen los especialistas es crear las bases necesarias para que una vez que comience la conformación de las cooperativas, marche con éxito ese proceso, que tiene muchas potencialidades y ha demostrado su viabilidad económica.
Muchos expertos consideran que ese tipo de ordenamiento es una alternativa para los países de América Latina y el Caribe ante la crisis internacional, aunque subrayan que para Cuba puede ser una importante vía de desarrollo.
Por eso, todo se calcula para que las nuevas cooperativas, además de contribuir a disminuir los gastos del presupuesto y aporten eficiencia, ayuden a impulsar la nueva dinámica de la economía nacional.
Alberto González está confiado de que su tejar dará un salto productivo ahora que se avecina el renacer del cooperativismo cubano.
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