Participación democrática y autogestión cooperativa | Centro Cultural de la Cooperación

Participación democrática y autogestión cooperativa

15/07/2011


 

 

 

 

 

El Banco Credicoop en la Argentina de la convertibilidad y la crisis

Daniel Plotinsky

XXII Jornada de Historia Económica

Mesa: Cooperativismo y economía social (2010)

El cooperativismo de crédito argentino se desarrolló en tres etapas. La primera abarca desde sus orígenes, a principios del siglo veinte, hasta fines de la década del 50, período en que las entidades se caracterizan por un funcionamiento cuasi mutual y estar vinculadas mayoritariamente a instituciones de la colectividad judía. A partir de 1958, la creación del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC) como cooperativa de segundo grado provocó una verdadera explosión en el número y la dispersión geográfica de las entidades, y el desarrollo de un nuevo tipo de operatoria basada en la captación de recursos a través de cuentas a la vista y la existencia de una cámara compensadora nacional de órdenes de pago cooperativas. Esto les permitió disponer de entre el 9% y el 11% del total de los depósitos del sistema financiero, que las cajas de crédito canalizaron a la financiación de pequeñas y medianas empresas, personas y cooperativas agropecuarias y de servicios públicos.

El desarrollo del cooperativismo en un sector tan sensible como el financiero provocó la temprana oposición de los bancos nacionales y extranjeros, así como de sectores de la gran burguesía, lo que generó una serie de normativas y acciones restrictivas de parte del Estado argentino[i].

La tercera etapa, aún en desarrollo, comenzó cuando la dictadura militar que tomó el poder en 1976 instauró -como parte de un proceso mundial de imposición del modelo neoliberal- un conjunto de políticas públicas que tenían como fundamento la promoción de una concepción del mundo individualista y competitiva, promotora de la desigualdad social, cultural, económica y política, partidaria de la concentración económica y el clientelismo político. Todo ello acompañado de un autoritarismo y una violencia inéditos en nuestro país, cuyos costos siguen pagando las mayorías sociales en términos de redistribución regresiva del ingreso, falta de empleo, precarización de las condiciones de trabajo, deterioro de la salud y la educación pública y ausencia de futuro.

 En ese contexto, la "Ley" de Entidades Financieras decretada por el gobierno dictatorial en 1977 prohibió la continuidad de la operatoria de las cajas de crédito aunque, como respuesta a una serie de acciones públicas desarrolladas por el movimiento cooperativo, autorizó su transformación en bancos comerciales bajo forma jurídica cooperativa. Para alcanzar los capitales mínimos requeridos, gran parte de las entidades debieron fusionarse. Así, las Cajas de Crédito cooperativas, formadas históricamente sobre la base de la autonomía y en respuesta a necesidades y características locales, debieron ir agrupándose voluntariamente en entidades mayores, de las cuales pasaron a ser filiales. En este marco, un grupo de cuarenta y cuatro Cajas de Crédito ubicadas en el conglomerado urbano del Gran Buenos Aires y la ciudad de La Plata se fusionaron para constituir en 1979 el Banco Credicoop Coop. Ltdo., el mayor de los 77 nuevos bancos cooperativos[ii].

El proyecto económico- social dictatorial fue continuado por vías institucionales durante los gobiernos constitucionales, los que desarrollaron políticas tendientes a favorecer a las fracciones más concentradas de la economía y a castigar a los sectores mayoritarios de la sociedad. En este contexto, más de 30 bancos cooperativos desaparecieron por distintos motivos en el transcurso de su primera década de existencia. Durante los ´90 se produjo una nueva reconversión del sistema financiero, por medio del cierre y/o la venta de bancos estatales y la  entrada masiva de entidades de origen extranjero[iii]. El grupo más golpeado durante ese proceso fue nuevamente la banca cooperativa, que redujo su presencia de 44 a 3 entidades entre 1991 y 1999, y a sólo una a partir de 2003. Para preservar la presencia cooperativa en todo el territorio del país, el Banco Credicoop resolvió, de acuerdo a las recomendaciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, incorporar por fusión a varias instituciones en peligro de desaparición. Como resultado de esa decisión, hoy sobreviven en el Banco -a través de un complejo proceso de fusiones- 117 cajas de crédito que en 1979 habían conformado 16 bancos cooperativos[iv].

Frente a las nuevas dimensiones alcanzadas y al natural recambio generacional de dirigentes y funcionarios, la entidad se planteó en 1995 iniciar una política activa destinada a garantizar la continuidad en el tiempo del Banco Credicoop como entidad genuinamente cooperativa.

 Partiendo de considerar que en Argentina las grandes organizaciones cooperativas transitaron los años noventa oscilando entre desarrollar una gestión democrática a riesgo de poner en peligro su existencia o tecnocratizar la participación consolidando burocracias que resuelven pero anulan la representación societaria real, el trabajo se propone examinar las políticas adoptadas por el Banco para mantener su carácter genuinamente cooperativo y las medidas generadas para avanzar en el sentido de esas políticas.

 Reconociendo a la gestión participativa y democrática como una estrategia de construcción contrahegemónica, se analizarán las experiencias desarrolladas en esa entidad en tanto prácticas de construcción de un nuevo entramado social y de posible elaboración colectiva de un proyecto autónomo. Finalmente, se intenta evaluar el impacto del nuevo modelo de gestión entre los asociados, empleados y funcionarios, como también sobre el resto del movimiento cooperativo.

 Adjuntamos el trabajo completo:    participacion_democratica_y_autogestion_cooperativa

 [i] Plotinsky (2006) y (2008b)

[ii] Plotinsky (2009).

[iii] Rapoport (1998) y Gambina y Campione (2002).

[iv] Plotinsky (2010).

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