Andrea Trotta
Una mirada en el espejo
Este acontecimiento atemporal, efímero y con la virtualidad óptica del instante, nos pone sobre el acto de libertad aparencial que define la intemporalidad perceptual del contemplador.
La obra de Andrea Trottaes presentativa y la mirada que nos propone vive en el poder de la distinción, aquello que nos dice y que vislumbranos en la mancha desplegada, sensible, directa, contundente.
Si miramos nos podemos ver, si reconocemos podemos comprender los grados múltiples de transtividad en la relación sutil que nos da espacialidad.
Umberto Eco dice que el arte como expresión formal de la vida imaginativa nos sugiere dos categorías visuales, la visión creativa del artista -activa e indiscriminada- y la visión estética -apreciativa y singular-. La mirada genera una percusión visual que se ordena para desordenarse, remite a la obra la multiplicidad de significados y riquezas de sentido, así la obra tiene la posibilidad de ser interpretada de diferentes maneras. Esta actitud sobre lo abstracto renueva esa mirada interpretativa confiada en la iniciativa del espectador e invita a que la obra culmine su vitalidad estructural.
Andrea Trottaprovoca caminos instintivos, indeterminados, sin abandonar el valor emocional de sus facturas poniendo en actividad la forma que se transforma en marcha, reflejo, toque, disparo. Estos espejos reflejan el alma pictórica de Andrea, lo aparencial como disfrute visual, -menciona Umberto Eco- desaparece la imagen no importa bajo que apariencia se presente, lo llena todo de un sentimiento que se proyecta desde uno mismo.
Celebremos el arte de Andrea Trotta hoy, Una mirada en el espejo.
Ricardo Maldonado - Crítico de arte.
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