Un problema esencial
Por Martín Burgos
La defensa de la industria nacional en un contexto de mejora en la distribución del ingreso es uno de los problemas esenciales que este gobierno buscó resolver desde 2003. En efecto, la mejora de los salarios reales que significa la reapertura de los convenios colectivos de trabajo y las distintas políticas sociales llevadas adelante tienen un impacto económico más importante si es aprovechada por la oferta nacional. Por eso el tipo de cambio alto fue una herramienta clave para proteger la industria nacional frente a las importaciones.
Sin embargo, las distintas etapas de la crisis internacional motivaron cambios en las herramientas de protección utilizadas. En 2008, la especulación sobre los precios de las commodities generó una etapa “alcista” de la crisis que tuvo su corolario a nivel nacional en el llamado “conflicto con el campo” por el reparto de la renta extraordinaria. La derrota parlamentaria sufrida por el Gobierno implicó la imposibilidad política de cambiar la alícuota del impuesto a las exportaciones, y en consecuencia la imposibilidad de subir el tipo de cambio sin afectar los salarios de los trabajadores.
Cuando la crisis pasó a una etapa de caída en los mercados a fines de 2008, la Argentina se quedó sin la herramienta más eficaz para proteger su industria nacional: la devaluación compensada. La recesión mundial generó una cadena de devaluaciones, entre otras en Brasil, a las cuales el gobierno argentino respondió utilizando herramientas más específicas. De esa manera se implementaron las licencias no automáticas y se incrementaron los casos antidumping.
Esas medidas generaron represalias por parte de nuestros socios afectados, como por ejemplo China, en abril 2010. En efecto, el incremento de las investigaciones antidumping contra su país fue el argumento utilizado por China para frenar las exportaciones argentinas de aceite de soja, marcando de esa manera el fin de una política comercial en la cual se llevó al límite la institucionalidad prevaleciente en el marco de los acuerdos de la OMC. En cuanto a las licencias no automáticas, al centrarse en un conjunto de productos puede afectar un bien que no se produce en la Argentina y así provocar una escasez injustificada. Este inconveniente amplifica la cuestión de la desindustrialización vivida en nuestro país y la necesidad de políticas que lo reviertan de manera de poder contar con más productos de origen nacional.
El traslado del epicentro de la crisis internacional hacia Europa en 2012 y el regreso de la restricción de divisas vio la aparición de nuevas herramientas de políticas comerciales: en primer lugar, el aumento de los aranceles a nivel Mercosur, posibilitado por la conjunción de cuatro gobiernos políticamente afines y preocupados por el impacto de la crisis sobre la producción y el empleo. En segundo lugar, el aumento de los aranceles a los bienes de capital que habían sido llevados a cero por ciento por la última administración de Cavallo, permite proteger un sector fundamental para el desarrollo del país. Este sector de pymes es el que provee de maquinarias a los demás sectores industriales, incorporando tecnología nacional en los procesos de producción.
Por último, se implementaron las declaraciones juradas anticipadas de importaciones, que funcionan en los hechos como unas licencias no automáticas generalizadas al conjunto de los bienes. Esta medida, que no se utilizaba en la Argentina desde los años ’80, en vez de centrarse en un origen (como las medidas antidumping) o un producto (como las licencias no automáticas), se centra en las empresas. Esa política por empresa, asociada a la compensación de los intercambios, posibilita cubrir las necesidades de divisas a nivel microeconómico y abrir nuevos mercados. Si bien en un mercado internacional deprimido se dificultan las exportaciones y en consecuencia también se dificultan las importaciones, la recuperación de la economía internacional significaría un mejor balance entre importaciones y exportaciones.
Como lo vemos, combinar una distribución progresiva del ingreso y la defensa de la industria nacional en un contexto internacional variable con la emergencia de nuevos países industrializados con salarios bajos, es una tarea ardua que este gobierno lleva adelante con pragmatismo, pero con objetivos muy claros.
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