Barbijo al dólar
Las fuertes restricciones a la compra de dólar no son pasajeras: son condición necesaria para que podamos vivir mejor. No habrá lluvia de inversiones ni endeudamiento absurdo que nos ayude a financiar el ahorro en dólares de los argentinos.
La economía está viviendo momentos difíciles que muchos compañeros entienden, pero muchos otros compañeros no quieren reconocer: a la pandemia se le suma la estructural falta de dólares que el macrismo solo vino a complicar. Por suerte la exitosa reestructuración realizada nos permitió alejar por un rato los problemas heredados por el nefasto gobierno anterior, pero solamente volvimos al período 2014/2015, con peor niveles de distribución del ingreso y peor PIB.
Las fuertes restricciones a la compra de dólar no son pasajeras, como bien lo dijo Cecilia Todesca: son condición necesaria para que podamos vivir mejor. No habrá lluvia de inversiones ni endeudamiento absurdo que nos ayude a financiar el ahorro en dólares de los argentinos. Es más: el mundo está muy convulsionado, las tensiones entre EEUU y China están creciendo, es poco probable un boom de inversiones hacia nuestros países latinoamericanos.
Entendamoslo porque sino existe una ilusión de que podemos sacar el cepo y volver a vivir como entre 2007 y 2011, una ilusión del desarrollo autónomo, sin restricciones de afuera. Puede surgir una bonanza por el precio de la soja, pero debe tomarse esa bonanza como algo pasajero, no como algo definitivo. El peor error sería levantar el cepo en esas circunstancias: hay que asumir que como en China, India, Mexico o Brasil, el cepo vino para quedarse y ya no será noticia cuando la moneda nacional se fortalezca, condición necesaria para la soberanía económica.
A su vez, tengo la sensación que los economistas que nos siguieron generacionalmente y maduraron con los años del fin del kirchnerismo tienen una visión más desilusionada de las posibilidades del desarrollo sobre las bases militantes, y miran más el péndulo que existe entre kirchnerismo y macrismo como posibilidad cierta de nuestro futuro de mediano plazo. Vieron el período 2011-2015 como un error, o como una bizarreada del kirchnerismo. A pesar del contexto mundial poco propicio para el desarrollo desde 2014, no se introdujeron masivamente a la teoría de la dependencia como podríamos pensar a priori, sino que se inscribieron en una nueva ilusión del desarrollo, más market friendly y menos conflictiva respecto de los actores de la burguesía nacional.
Supongo que a ellos, así como al resto de la militancia, le caerá las fichas de que vivimos un contexto sumamente complejo y que sin abandonar las banderas ni las políticas necesarias al desarrollo como inversión en ciencia y tecnología, mejorar el acceso a la salud y la educación, mejorar la distribución del ingreso, sustituir importaciones, hay que ser consciente de ello para evitar desilusiones que suelen ser letal y llevarnos a abandonar los objetivos iniciales. El período 2011-2015 no es bizarro: es la normalidad de los conflictos que implica el desarrollo, y las dificultades y resistencia que esto conlleva de parte de una sociedad que se conforma con lo que hay. Desarrollarse es modificar las base de la sociedad subdesarrollada, y es conflictivo. Se trata de elaborar entonces una teoría del desarrollo escéptica y paciente, con las ideas y vueltas que implica ese camino.
(*) Economista, Jefe de Gabinete del Vice Ministro de Economía, Centro Cultural de la Cooperación
Añadir nuevo comentario