Las articulaciones político-ideológicas en el debate sobre el retorno a las clases presenciales.
Por: Pablo Villareal
Hace un par de semanas la cuestión del retorno a las clases presenciales es uno de los temas de agenda más relevantes. Esta semana comenzó con el retorno de los docentes a los establecimientos educativos, mientras los gremios evalúan el protocolo dado a conocer por el gobierno porteño el pasado viernes a última hora.
En esta coyuntura, el tema se convirtió en la principal cruzada de la oposición contra del gobierno nacional y un intento de posicionamiento en el campo político. No es menor entonces que Mauricio Macri haya presentado su nueva fundación, que lleva su mismo nombre y tiene como eje principal la educación. Posicionarse desde la educación es una decisión estratégica por parte de Macri: mientras aprovecha un tema que está en boga debido a las consecuencias de la pandemia sobre el año lectivo; se posiciona al interior de Juntos por el Cambio a partir de una tema que no es abordado por nadie, o por lo menos, parece no tener especialistas en la alianza (mientras que la seguridad es un tema acaparado por Patricia Bullrich y la gestión de la pandemia se vincula con Rodríguez Larreta). Por otro lado, se posiciona hacia el campo político más amplio retomando un tópico clásico que suele evocar la derecha como solución a los problemas de la sociedad.
Este es un tema interesante para analizar desde lo ideológico y sus articulaciones con la política. Recordemos que para el macrismo, según la definición que el ex-Ministro Esteban Bullrich dio en el año 2017, durante el Foro de Inversión y Negocios de Argentina, el objetivo de la educación debe ser crear personas que puedan fundar empresas y generar puestos de trabajos (una producción en serie basada en el prototipo de empresario emprendedor al estilo Marcos Galperín) o “individuos que sean capaces de vivir en la incertidumbre y disfrutarla”.
Al sostener esta premisa de “una educación que mejore el futuro de nuestros jóvenes”, los sectores políticos conservadores de la Argentina, interpelados por la ideología neoliberal, terminan por combinar dos concepciones sobre la educación: una anclada a la idea del progreso moderno, donde la educación se piensa como “culturización” o como algo que nos permite “salir de la ignorancia”, nos “ilumina”; y otra más reciente que la plantea como adaptación a un mundo cada vez más incierto y precario.
En principio, todo niño que ingresa al sistema educativo puede ser un empresario exitoso o un trabajador asalariado híper-adaptado a la inestabilidad. Esta operación de igualar desde lo discursivo las posibilidades de los ciudadanos y prometer un bienestar futuro es típica del neoliberalismo, pero ¿qué es lo que oculta esta idea? Lo que se omite es la discusión sobre la redistribución de los ingresos y la riqueza, la reparación de injusticias distributivas y desigualdades que en el presente podrían mejorar la vida de amplios sectores de la población.
Tomemos como contrapunto las últimas declaraciones del economista francés Thomas Piketty sobre la educación y su vínculo con las desigualdades: “La educación ha sido un puente para la prosperidad en los países ricos, pero el éxito ha sido invertir en educación y en salud, a través de un sistema tributario que sea equitativo y permita cubrir esos costos”. En otras palabras, no se puede lograr una mejor educación si no se aborda de frente el problema de la injusticia distributiva.
Otro sesgo ideológico lo podemos encontrar al observar cuáles son los actores que reconoce el macrismo como interlocutores válidos y necesarios en la política educativa. La página web de la Fundación Mauricio Macri, sostiene que la voz más escuchada en términos de educación tendría que ser la de las familias, y no la de los docentes, “las efímeras autoridades que gobiernan, y muchísimo menos de los sindicatos”. Con esto, en el discurso opera una cierta privatización de la educación, ya que desplaza el debate sobre la política educativa desde lo público al terreno de la institución por excelencia de la esfera privada, la familia. Esto implica, a su vez, un retorno a la concepción decimonónica de la educación, cuando la enseñanza era impartida en el ámbito del hogar por profesor privados contratados por las familias que podían pagarlo.
Siguiendo en esta tónica, uno de los “programas” más llamativos de la fundación de Macri es el que apunta al “liderazgo educativo”, que consiste en la formación “directoras y directores de escuelas de todos los niveles y en todo el país en herramientas de liderazgo y gestión para impulsar la transformación de la educación argentina”. En los hechos, este implica llevar adelante de manera privada y desde una fundación, un tarea de formación que es facultad del Estado nacional.
Por último, la fundación deja en claro una posición abiertamente anti-sindical. Lo gremios docentes son caracterizados como la voz menos importante en términos de política educativa, la que menos se debe escuchar. Traducido a términos concretos, Macri está diciendo que no se debe escuchar a los trabajadores y sus intereses.
Es posible rastrear también un par de contradicciones en torno a este posicionamiento. En primer lugar, no es cierto que se haya “perdido un año entero de clases”. Sostener esta idea implicar omitir el esfuerzo de los docentes que, a pesar de las dificultades, llevaron adelante un ciclo lectivo a través de clases virtuales, trabajando más allá de los horarios laborales y quitándole tiempo a sus propios hijos y su familia.
Por otro lado, cabe recordar que durante su gestión, Macri redujo drásticamente el presupuesto destinado a Educación. Según el informe publicado por el observatorio educativo de la Universidad Pedagógica Nacional (UNIPE) la participación en el presupuesto de la Educación se redujo, en términos reales, un 34%, pasando de 7,8% en 2016 a un 5,5% en 2019. Para el mismo período, también se contrajo en un 75% el presupuesto asignado a infraestructura y equipamiento para la educación.
Por su parte, en esta coyuntura, el gobierno nacional ha convocado a los diversos actores sociales que están involucrados en la política educativa, con el objetivo de llegar a un acuerdo lo más amplio posible para el retorno a las clases presenciales.
Al inicio de la semana pasada convocó a una reunión del Consejo Federal Educativo, pautada en principio para el 12 de febrero, donde van a estar reunidos los ministros de educación de las provincias para plantear la diversidad de escenarios que se presentan a nivel nacional. Sobre esto, comenzaron a circular los posibles protocolos para el retorno a clases que vienen pensando en las gobernaciones. Provincias como Santa Fe, Córdoba o Entre Ríos proponen una sistema que intercala semanas, donde la mitad de los alumnos asiste una semana y la otra mitad a la semana siguiente. En la provincia de Buenos Aires se está pensando en un esquema en el que la mitad de los alumnos asiste el lunes y el martes, y la otra mitad el jueves y el viernes; mientras que los miércoles se planea hacer una limpieza sanitaria del establecimiento.
Pero para algunas provincias, la situación es todavía más compleja. En el caso de Tucumán, fuentes del Ministerio de Educación comentaron que se manejan tres escenarios posibles de acuerdo a la realidad epidemiológica y a la diversidad del sistema educativo de la provincia: uno de presencialidad según la distribución geográfica, otro según la distribución por ciclo y otro para privilegiar a aquellos grados o años que tienen mayores necesidades pedagógicas. Es probable que esto se lleve adelante a través de un esquema mixto, con días presenciales y días semi-presenciales.
Los sindicatos y gremios docentes también están siendo convocados para debatir los protocolos del retorno a clases presenciales. En este sentido, se programó también una reunión entre los ministros de salud y educación de las provincias con el principal sindicato docentes del país: CTERA. La Secretaria General de la Confederación, Sonia Alesso, ya ha dejado en claro que para avanzar hacia el retorno a clases presenciales es necesario garantizar el calendario de vacunación para los docentes y un esquema dual que combine presencialidad y clases virtuales. Esto puede generar conflictos con el gobierno de CABA, ya que el Ministro de Saludo Fernán Quirós ha dicho que solo se podrá comenzar a vacunar a los docentes a partir de Marzo.
Finalmente, otras voces empiezan a pronunciarse en el debate, sobre todo las agrupaciones de padres, la red de cooperadoras escolares y las agrupaciones estudiantiles de los colegios secundarios de la Ciudad de Buenos Aires. En su mayoría, sobre todo en CABA, estos actores solicitan la postergación de las clases presenciales dada la situación epidemiológica y la carencia de una infraestructura acorde a lo que se necesita para un retorno seguro a las clases. Con respecto a esto, la representante de la agrupación “Familias por el retorno seguro”, Patricia Pines, sostiene que “no están dadas las condiciones epidemiológicas, de seguridad e higiene en las escuelas como para retornar a las clases presenciales en este contexto de pandemia. Lo que estamos exigiendo es que retorne el teletrabajo para madres y padres con niños menores de 14 años; que se entreguen dispositivos y se garantice conectividad; que se provea de mayor número de personal de limpieza y elementos de higiene en las escuelas; que se acondicionen los edificios, los mobiliarios y se garantice la ventilación correcta, la calefacción y los servicios”.
El comienzo de las clases está establecido para el 17 de febrero en la Ciudad de Buenos Aires y entre el 1 y el 15 de marzo para las provincias, por lo que la discusión entre los diversos actores va a seguir durante las próximas semanas. Mientras que desde Juntos por el Cambio convocaron a una movilización en diferentes puntos del país para el 9 de febrero, con el objetivo de exigir el retorno a las clases y desgastar al oficialismo; la salida de este conflicto para el gobierno está en continuar las reuniones con los diversos actores sociales y evitar entrar en las coordenadas del debate que propone la oposición. Esto implica, necesariamente, no correr detrás de la consigna del retorno a clases presenciales de manera acrítica y sin tomar en cuenta los diversos puntos de vista y las dificultades que entraña. Incluso cuando sea necesario el cierre de actividades ante un eventual aumento de los contagios.
Sin embargo, al cierre de esta nota, el Ministro Nicolás Trotta realizó una conferencia con su par de la Ciudad de Buenos Aires para confirmar el inicio de las clases presenciales en ese distrito. Desde los gremios, esté gesto fue ampliamente criticado. Desde Ademys sostuvieron que el Ministro Trotta “está convalidando el retorno a clases cuando está claro que no hay posibilidad de hacer las cosas bien”. Mientras tanto, los primeros reportes de la Verificación Técnica Escolar realizados por UTE, daban cuenta de una gran cantidad de falencias edilicias que no permiten garantizar las normas de cuidado para el retorno a las clases presenciales.
Añadir nuevo comentario