Confluencias críticas. Por Juan Pablo Pérez | Centro Cultural de la Cooperación

Confluencias críticas. Por Juan Pablo Pérez

12/12/2011

Confluencias críticas. Experiencias del activismo artístico a 10 años del 19 y 20 de 2001.

Por Juan Pablo Pérez

Si bien en el contexto del capitalismo cultural los artistas comparten con los activistas los mismos focos de tensión de la realidad, las prácticas artísticas de interferencia más contundente en la vida pública no son las que en su acercamiento a las prácticas militantes terminan por confundirse con éstas (y se vuelven así estrictamente pedagógicas, ilustrativas e incluso panfletarias, reducidas a una actuación en el plano macropolítico), sino aquéllas que afirman la potencia política propia del arte.

Suely Rolnik (“La memoria del cuerpo contamina el museo”)

Al esbozar una lectura crítica a diez años de los acontecimientos del 19 y 20 de diciembre de 2001 es plausible dejar afuera criterios y categorías de análisis de clase de los actores sociales que coparon y ganaron las calles en todo el país frente al estado de sitio, de la violenta represión ejercida desde el Estado que se cobró más de una veintena de vidas, del espontaneismo que coincidió con las teorías posmodernas sobre la multitud como un nuevo factor de fuerza disruptiva de la política. Este texto presenta una mirada parcializada y sesgada desde la propia vivencia de las nuevas generaciones que protagonizaron el “Argentinazo”; subjetividades que buscan recalar retrospectivamente a través de las experiencias de los grupos de activismo artístico, especialmente del colectivo que surge al fragor de esos días: Arde! Arte.

Uno de los interrogantes fuertes a raíz de la muestra de Arde! Arte de acción colectiva a 10 años del 19 y 20 en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini pone de relieve ¿cómo se reinscriben dichas prácticas callejeras junto a distintas manifestaciones populares y marchas de los organismos de derechos humanos y movimientos sociales al introducirse en el espacio institucional? ¿Cómo abordar los documentos, el residual artístico, las fotografías y videos del archivo militante? Una respuesta a esta encrucijada es la que propone Suely Rolnik frente a las propuestas poético-políticas de los ’60-‘70. Para evitar la anulación de sentido que provoca el proceso de institucionalización –debate muy caro al interior del grupo Arde! Arte-; resulta pertinente descosificar el objeto de la experiencia artística para volver a ser un campo de fuerzas vivas que afectan al mundo y son afectadas por éste, promoviendo así un proceso continuo de diferenciación. (Rolnik-“La memoria del cuerpo…”)

Las distintas piezas de arte o documentos aparecen reformulados como un dispositivo simbólico que intenta reactivar memorias desperdigadas en torno al primer colectivo “Argentina Arde” (cita de la experiencia ya canónica de Tucumán Arde en 1968) de cuya comisión artística de trabajo se desprende posteriormente Arde! Arte.

Plantear algunas confluencias en las prácticas del activismo artístico subraya el sentido que pone en tensión distintas influencias y tradiciones en donde el arte vuelve a trabar un diálogo con la política. Uno de los registros historiográficos sobre la emergencia de Arde! Arte es el texto de José Luis Meirás “Transf(H)erencias. Continuidades y reinicios en prácticas de arte de acción colectiva y política, 1983-2005” (El Siluetazo, 2008). Meirás elabora una genealogía iniciada con El Siluetazo durante la tercera Marcha de la Resistencia de las Madres de Plaza de Mayo (1983), a través de artistas que formaron parte de los grupos Gastar y Capataco quienes sedimentaron la herencia de la estética serigráfica de los ochenta -en su condición socializante y multiplicadora-, en relación con los planteos artístico-militantes de la nueva generación de jóvenes.

Todas estas líneas de confluencias ideológicas coagularon el potencial de muchas de las intervenciones de Arde! Arte a partir de los debates colectivos, participativos y asamblearios en la Universidad de las Madres en un inicio, luego en espacios recuperados como Brukman y Tierra del Sur, y junto a otros colectivos en las Asambleas barriales de Lezama, el Cid y Palermo Viejo, y en iniciativas junto a la comisión de “escrache” como la propuesta de Vete y Vete del 23 y 24 de marzo de 2002 para repudiar al cardenal Aramburu y al ex ministro de la dictadura Roberto Alemann. Para esta ocasión solo nos detendremos en dos planteos “artísticos” diferentes para un mismo hecho histórico.

1-Los fusilamientos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki en manos de la policía bonaerense y del poder nacional el 26 de junio de 2002 fue el detonante de una de las primeras acciones del grupo como Arde! Arte: LaBala Bandera el 9 de julio. Luego de un fuerte debate si reapropiarse o no de los símbolos patrios, la acción formó parte de la movilización a Plaza de Mayo donde se intervinieron las fuentes con pintura roja. LaBala significó un gesto que evidenciaba la violencia ante la imposibilidad real de lavar las banderas manchadas con la sangre de la represión y hacerlas visibles cuando fueron colgadas en un tendedero público de árbol a árbol en plena manifestación. La propuesta de lavar la bandera fue la apropiación y resignificación de una acción realizada en Perú donde se lavaban las banderas en las plazas públicas manchadas por la corrupción del gobierno de Fujimori. Vale la pena destacar que la condición apropiacionista de dicha acción enfatiza el carácter socializante de las prácticas artístico-militantes como estrategia frente a la inmediatez de la política.

2-La otra acción es la Bola Bala del 26 de junio de 2005. A tres años de los asesinatos de Darío y Maxi Arde! marchó sobre el Puente Pueyrredón junto al Frente Darío Santillán haciendo rodar e interactuar con los manifestantes la enorme Bola de alambre que contenía simbólicamente las balas y casquillos de la represión. La bola va y viene de mano en mano, y su constante rodar mantiene vivo el reclamo de justicia.

Sin duda, la presencia de la Bola Bala como dispositivo vuelve a insistir e incitar en su condición participativa y de ocupación lúdica del espacio público de Arde!, instancia que busca vindicar la memoria colectiva como acción transformadora desde el presente.

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